Auto conciertos: debut y despedida

Por: Michelle Gaytán

Fotografía: Alejandra Aleyda Calderón

**Para colmo los recursos del Tri solo reflejaban lo mismo, una completa incomprensión de las condiciones, poca creatividad, nada de innovación y formulas sin sentido, como las intervenciones de bailarinas, malabaristas con fuego.

El Tri, una de las agrupaciones más representativas del rock en México, se presentó en el Foro Pegaso en Toluca, el pasado viernes 14 del presente mes, entre curiosidad y dudas me aventuré al auto concierto. 

Rockear a pesar de la pandemia suena arriesgado, y más cuando nos encontramos entre los países con mayor número de contagios, sin embargo, el fuerte desempleo, resultado de una industria que lleva más de 5 meses completamente paralizada, las pocas alternativas para generar opciones de trabajo, y el nulo interés de los gobiernos (en sus tres niveles) por brindar respaldo a los artistas y aquellos trabajadores del sector cultural; han arrojado alternativas que más bien son acciones desesperadas de empresarios, gestores y artistas por recuperarse de un golpe duro para todos.

Apostar a posibilidades y soluciones es de valientes; más allá de los resultados, aventurarse con propuestas que brinden la posibilidad de un ingreso para todas las personas que hacen posible un evento de este tipo, es un acto audaz y propositivo. Correr riesgos siempre conlleva una ganancia, ya sea en el éxito de la formula o en el aprendizaje del fracaso. Aquél que se enfrenta a su realidad con valentía siempre gana.   

 Debemos reconocer el esfuerzo por mantener a todo el equipo de producción, staff técnico, roadies, ingenieros de audio, ingenieros de iluminación, operadores de sistemas de circuito cerrado de video, músicos, vendedores ambulantes, acomodadores, personal de seguridad, periodistas, promotores, servicios de transporte, hoteles, proveedores de alimentos y caterings, imprentas, y más personas que están detrás de la magia. Porque para sentir, que nuestro artista favorito está interpretando de manera espectacular, o esa sensación tan única de saber que estas formando parte de algo especial, hay todo un equipo de producción y de personas trabajando para lograr que tu experiencia sea inolvidable. 

Sin embargo, no hay que ser demasiado ingenuos y apostar sin las cartas adecuadas, mucho menos cuando se tiene poco dinero en el bolsillo.

Las experiencias de los conciertos masivos están directamente relacionadas con el contacto entre aquellos que comparten gustos, es decir que la experiencia se disfruta por la manera en la que nos permite conectar con otros, el sentido de pertenencia que brinda el encontrarte con conocidos y amigos, ese contacto anónimo, pero tan familiar y amigo de los que nos rodean, que cantan, brincan, gritan, bailan, y disfrutan igual que nosotros, logrando experimentar la música de manera única, es la conexión masiva que forma comunidad. Y claro, no olvidemos toda la producción encargada de satisfacer las expectativas visuales y sonoras del público y los artistas que buscan potencializar su música y generar experiencias únicas.

Después de consultar la página oficial del Foro Pegaso, y escuchar las declaraciones  de los artistas en la rueda de prensa, me pareció que podía resultar una experiencia interesante, pues al estar sujetos a disfrutar el concierto desde el auto, la producción debía ahora cargar con la mayor responsabilidad para crear una experiencia satisfactoria a pesar de las condiciones; Una oportunidad para ofrecer trabajo a personas que realizan su trabajo con calidad y creatividad, un espacio para abrirle el camino a las tecnologías aplicadas en el arte, a los creadores digitales y las propuestas innovadoras. 

Y aunque la idea de convocar a 5 o 6 personas por auto, me pareció arriesgada – pues, aunque nadie se baje del auto, igual es gente de ambientes distintos, que estarán a muy poca distancia y con mucho contacto-, el protocolo de sanitización que publicaron en su página oficial respecto a los filtros y protocolos para ingresar al concierto, me tranquilizó un poco. 

Llegué acompañada de mi colega y amiga la fotógrafa Aleyda Calderón a las 5:30 pm, desde el inicio me sumergí en mis fantasías post apocalípticas, mientras recorríamos cada punto del protocolo de acceso, hombres cubiertos con trajes protectores de cuerpo entero nos tomaban la temperatura y llevaban el registro de cada vehículo, los miembros de seguridad revisaban las cajuelas y echaban ojo al interior de los vehículos, y finalmente miembros del ayuntamiento de Toluca nos entregaron un kit con 3 cubre bocas y una botellita de gel antibacterial, además de una hoja con el reglamento y medidas seguridad para conservar la Sana Distancia. Llegamos al lugar asignado, y desde el inicio notamos que no había nadie en sus autos, todos transitaban libremente, iban y venían de un lado otro, yo misma recorrí sin ningún tipo de restricción todo el lugar sin hacer diferencia entre una zona y otra, al parecer la hoja sólo había servido para desperdiciar papel.  

Era de esperarse que todos iban a salir de sus autos, la gente necesita interactuar, buscar la mejor vista, encontrarse con el resto de sus amigos, ¡rockear! “A la gente ya le urge rocanrolear”, bien lo expresó Alex Lora en la conferencia de prensa. Además de que la producción daba mucho que desear, mis expectativas eran las de una experiencia 360, con una producción apta para satisfacer a los espectadores de los autos más lejanos, una propuesta que permitiera experimentar de formas nuevas los conciertos.  Sin embargo, este no fue el caso, con tan solo dos pantallas, con  tomas mal enfocadas, y una dirección de cámaras terrible, no se podía disfrutar de nada de lo que sucedía en el escenario, la primera parte del concierto no pudimos ver a una sola banda, las dos primeras propuestas pasaron completamente desapercibidas, de la última surgieron  una serie de imágenes promocionales que rotaban de manera permanente, sin ofrecer ninguna propuesta visual a la audiencia, sin poder conectar con los asistentes, ¿Cuál es el caso de ofrecer como alternativa una experiencia de circuito cerrado en vivo si no vemos nada interesante en las pantallas?

A pesar de la lluvia los vendedores no dejaban de pasar entre los vehículos ofreciendo su carta de alimentos y bebidas, sin éxito, pues los precios –tomando en cuenta que estamos en una verdadera crisis económica por la pandemia- eran excesivos. Aun así, los vendedores empeñados en generar su cuota, equipados con cubre bocas, (algunos con caretas) y un impermeable desechable continuaron pasando durante todo el concierto, varios completamente empapados por la lluvia, generando un espectáculo más interesante que el de las pantallas. 

Lo bueno de estar en un auto concierto es que te puedes resguardar del frio y la lluvia, lo malo, realmente no ves nada. El Tri comenzó a tocar a las 9:30 pm, algunos claxons sonaron, y aunque la mayoría de la gente se encontraba reunida en grupos a fuera de sus vehículos, yo me decidí a vivir la experiencia del tan prometido concierto #DesdeelAuto, y así fue. 

Mi temor respecto a los operadores del circuito cerrado de video se volvió real, no se trataba de un criterio hacia los teloneros, realmente no había un trabajo de calidad, ni una reflexión consciente respecto a las condiciones a las que se enfrentaba el espectador, y para colmo los recursos del Tri solo reflejaban lo mismo, una completa incomprensión de las condiciones, poca creatividad, nada de innovación y formulas sin sentido, como las intervenciones de bailarinas, malabaristas con fuego, y hasta una representación teatralizada de la nueva canción sobre el covid-19 y el personal de salud, cosas que pudimos ver solo de manera parcial, pues  se notaba que los operadores del circuito  no podían con tanto de lo que ocurría en el escenario. La intención era buena, pero ¿de qué sirve meter tanto showen un escenario que nadie ve? Afortunadamente se le permitió a la gente salir de sus autos, pues de otra manera habría sido un verdadero fraude.  

Después de 3 horas el concierto termino, a mi alrededor los vehículos se retiraban dejando cada vez más vacío, el mal sabor de boca se notaba generalizado, a pesar que los asistentes cantaban las canciones, no se sentía la energía de un concierto masivo, dentro de las tomas del público, se veían algunos rebeldes brincando y provocando el slam, sin embargo, la mayoría estaba sobreviviendo al frio. Las canciones más esperadas llegaron al final y con éstas la sensación de que falto algo, como si esta vez, nos quedará a deber el Rock, no es una experiencia que nos deje con las ganas de volver a vivirlo, ni nos hizo sentir parte de algo especial.  Hubo tan poca gente que no afecto que se juntaran o transitaran por el lugar sin problemas, más no podemos dejar a un lado la parte de negligencia por parte de organizadores y asistentes, y me queda la pregunta de ¿qué habría pasado con más asistentes? 

Lo más decepcionante de todo es que en esta alternativa no hubo calidad, ni una verdadera apuesta a las experiencias de conciertos en Sana distancia, sino  fue un evento más, pero en coches. 

Los auto conciertos como alternativa o estrategia para activar al sector y la industria de la música tuvieron su debut y despedida.