DESAFÍOS DE LA FILOSOFÍA MEXICANA
Presentación del Doctor en Estudios Latinoamericanos: Alberto Saladino García, de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México, celebrado en Mérida, Yucatán
Por Isaac Ocampo García
Para conmemorar el 50 aniversario del Primer Coloquio Nacional de Filosofía organizado por la Asociación Filosófica de México en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y la Declaración de Morelia: “Filosofía e Independencia” suscrito por quienes participaron en el Simposio de Filosofía Latinoamericana, Francisco Miró Quesada, Arturo Andrés Roig, Enrique Dussel, Abelardo Villegas y Leopoldo Zea, escribí mi ponencia del XXII Congreso Internacional de Filosofía, Mérida, Yucatán, como un discurso de arenga a favor de la promoción de la Filosofía Mexicana como movimiento cultural.
Pensar el porvenir de la filosofía mexicana puede partir del esclarecimiento de sus pilares con base en los cuales establecer su horizonte, de manera que sus derroteros se amparen en la necesidad de consolidar el ejercicio de una nueva normalización, por lo cual entonces resulta pertinente dilucidar sus principios y fundamentos para enmarcar los desafíos en el abordaje de sus cuestiones, problemas y tópicos a fomentar.
La actual coyuntura política promovida por la sociedad nacional debe ser considerada una de las fuentes más relevantes para pensar el porvenir de la filosofía mexicana, porque en ella encuentra su inspiración como filosofía transformadora, de modo que tiene el cometido de radicalizar su praxis crítica con el propósito de generar alternativas.
Recordemos que la filosofía es actividad intelectual inherente a todo ser humano, constituye saber identitario en toda sociedad pues emerge de la determinación de interrogantes propias de la curiosidad intelectual en todos los tiempos, sistematizadas a través de planteamiento, cuestiones o problemas, cuyos intentos de respuestas ha permitido sistematizarla en el mundo occidental con disciplinas, ramas o unidades pedagógicas, y posibilita la construcción de discursos situados para manifestar compromisos intelectuales o preferencias reflexivas, reconocidas como corrientes, doctrinas, enfoques o escuelas.
De esa variedad de manifestaciones del quehacer filosófico, me parece relevante reivindicar el rol de las corrientes filosóficas pues históricamente son forjadoras y expresión de la pluralidad del pensamiento y, en consecuencia, funcionan como nutrientes en el desenvolvimiento tanto de los problemas de la filosofía en general como de sus disciplinas en particular.
Además, en el caso específico del proceso histórico del quehacer filosófico mexicano esos enfoques y perspectivas intelectuales se han vinculado con nuestra realidad de modo que las pretensiones de sus promotores por llevarlas a la praxis, incardinarlas o utilizarlas como justificación en diversos aspectos de la vida nacional, aportan lecciones que debemos aprender y revisar, tales los casos de la escolástica, ilustración, liberalismo, positivismo, anarquismo, marxismo, historicismo, existencialismo, neokantismo, filosofías cristianas, filosofía analítica, filosofía latinoamericana, filosofía de la liberación, feminismo, posmodernismo, fenomenología, indigenismo, filosofía de los pueblos originarios. Constituyen las fuentes forjadoras de la tradición filosófica mexicana.
Así la filosofía mexicana cuenta con una tradición de autognosis cuyos esfuerzos se centran en problematizar la realidad nacional para plantear alternativas que permitan la transformación social. Su praxis se finca en los principios y fundamentos con base en los cuales forja su derrotero mediante el planteamiento de cuestiones, interrogantes y problemas ingentes a esclarecer y trabajar.
Entre los principios de la filosofía mexicana podemos considerar la asunción de nuestra realidad como punto de partida de su objeto de reflexión; regir su praxis como filosofía sin más; ejercitar la crítica con la cual aperturar la inclusión y normalización del pluralismo filosófico; reivindicar los discursos de los excluidos y marginados como expresiones del pensamiento alternativo y cuestionador del poder; consolidar la vocación liberadora mediante su cultivo como discurso con profundo compromiso social de transformación.
Por lo que respecta a los fundamentos identifico en su largo proceso histórico la fuente que posibilitó la sistematización de un pensamiento construido como respuesta a las improntas de las circunstancias y de las exigencias nacionales; dilucidación de los criterios epistemológicos, éticos y ontológicos como sustento y orientación de su praxis; inclusión de los discursos anticolonialistas o antihegemónicos como propios del pensamiento de los sujetos excluidos; radiografiar sus discursos como compromisos intelectuales propugnadores de la emancipación del ser humano.
Tales principios y fundamentos esclarecen y sustentan el horizonte de los desafíos de la filosofía mexicana al posibilitar la enunciación de una especie de programa básico para cultivar la nueva praxis de la filosofía mexicana acorde a los tiempos de cambios actuales. El tiempo histórico nacional que vivimos convoca a quienes estudiamos e investigamos cuestiones, problemas y tópicos filosóficos proceder con total apertura a cualquier tipo de reto y asumirlos como desafíos, entre ellos:
1. Profundizar la tradición de la filosofía mexicana mediante el impulso al debate, al diálogo, a la discusión y polémica razonada y respetuosa, entre representantes de corrientes y filosofías cultivadas en el país y en el extranjero.
2. Fomentar el cultivo de la filosofía desde nuestra circunstancia con el horizonte de contribuir al enriquecimiento de la filosofía mundial. Desde la UAEMéx hemos lanzado la iniciativa de realizar Congresos Internacionales ya acompañados por el
Centro de Estudios de Filosofía Mexicana de la UNAM al inaugurar Coloquios Internacionales, con resultados encomiables.
3. Realizar diagnósticos acerca de los estudios e investigaciones de filosofía mexicana que se realizan fuera del país y coadyuvar en la expansión de esos resultados entre interesados de otros países y continentes.
4. Estimular el diálogo filosófico nacional para concretar su cultivo territorial en todas las regiones del país como base para institucionalizar su enseñanza, investigación y difusión en las instituciones públicas y privadas. Por eso celebro el anuncio de la Universidad Nacional Autónoma de México de crear la licenciatura de filosofía en su sede aquí en Mérida.
5. Coadyuvar a la concreción de la constitucionalidad de la enseñanza de la filosofía al propugnar su expansión en todos los niveles educativos y defensa frente a las acciones que diluyen el cultivo de sus disciplinas, con el compromiso de colaborar en la enseñanza, investigación y difusión de corrientes y disciplinas filosóficas.
6. Diseñar acciones de divulgación filosófica con amplio impacto mediante el aprovechamiento de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías en todos los ámbitos de la vida nacional, complementándola con la más amplia difusión de resultados de investigaciones contenidas en libros, revistas, memorias. Por ende festejo la publicación de la Revista de la Asociación Filosófica de México.
7. Reivindicar los valores de la vida comunitaria de los pueblos originarios para mostrar mediante su sistematización la existencia de otros modos de vida, respetuosos de la naturaleza como propuesta para sensibilizar la restitución del equilibrio ecológico de la
madre tierra.
(Parte de la participación del Doctor en Estudios Latinoamericanos: Alberto Saladino García, en el Congreso de Filosofía, celebrado en Mérida, Yucatán)
