El Ser Humano más firme que nunca hacia su propia destrucción
Por Isaac Ocampo García
** Venimos de las estrellas –alguien nos ha dicho alguna vez− somos partículas diminutas de ellas. Quizá por ello, siempre nuestra mirada al cielo, sobre todo en espera de ayuda, pero no cae nada, o cae muy poco.
El lado oscuro del ser humano no solo sigue prevaleciendo en él, sino incluso avanza con vertiginosa velocidad sobre su lado claro o diáfano. Negativo sobre positivo se sigue imponiendo en donde hasta la misma religión que se tenía como recurso para tratar al menos de sostenernos, de enfrentar y querer equilibrar la balanza; también está ya inoculada (hasta el tope) de ese veneno.
Hoy, el que se dice ser bueno, tarde o temprano resulta ser malo, y los que de plano se manifiestan como malos, tarde o temprano, se vuelven más malos.
“Dios existe –dicen por ahí− por sobre todas las cosas, pero, por debajo de Él, los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas, se mueven en constante lucha entre sí”. Que, ¿cuál es el resultado de esta lucha? El que, así como se dan las cosas, y se siguen dando, los hijos de las tinieblas se siguen imponiendo por sobre los hijos de la luz; incluso, con fatal e inmensa mayoría.
Algo de lo más oscuro o negro, hoy, aunque ya desde hace mucho viene sucediendo. Que en el mismo nombre de Dios, se han venido desarrollando las guerras, producto de la ambición, del robo, la rapiña, el odio y el desamor totales. Todo ello, que no solo sigue prevaleciendo, sino incluso aumentan día con día.
El “Padre nuestro que estás en los cielos”, si alguna vez funcionó, hoy día parece ya no hacerlo. Pareciera, pues, que si Dios alguna vez estuvo con los humanos, ahora ya tampoco parece estar. (O en su defecto, el mal lo está derrotando)
Pero, el humano, tanto el bueno como el malo, ambos siguen buscando. El primero, cómo salir de su encierro; y el segundo, cómo ser aún más malo. Pero, ambos, siempre preguntándose; de dónde y el porqué de su existencia.
Venimos de las estrellas –alguien nos ha dicho alguna vez− somos partículas diminutas de ellas. Quizá por ello, siempre nuestra mirada al cielo, sobre todo en espera de ayuda pero no cae nada, o cae muy poco. Bueno, esto con el primero. Porque, con el segundo, éste siempre mirando al suelo, como queriendo enterrarse en la oscuridad del averno.
Finalmente, me pregunto. ¿Cuántos millones y millones de veces ha sucedido todo esto? ¿Cuántos millones y millones de veces seguirá sucediendo? Y el ser humano, como simple “Títere”, del Gran “Titiritero”. Como simple juguete, del que… Todo lo ha hecho (¿?)
Recomendación –ip so facto- de ponerse a leer “La Sagrada Familia”, de: Marx y Engels.
Nos leemos en la que sigue. Digo, si es que…