Grafiti, esa adrenalina de poder llenar un muro: Nolis

Antecedente

EI graffiti ―en nuestro español mexicano “grafiti”―, por antecedentes históricos, puede decirse: es inmemorial.

Uno de los primeros graffitis, o pintas artísticas, fue descubierto en las cuevas de Altamira, España ―Ésta, claramente revela siluetas de animales que correspondían, se presume, a una especie de búfalos.

En dicho mural, el o los ejecutores, muestran su modo de vida existencial y del alma ―pensamiento y sentimiento, pues―; por tanto, la gran necesidad del hombre por trascender, como individuo, la experiencia vital de cada sol y toda luna, asociado al palpitar de una comunidad, “su” comunidad; la cual le confiere capacidad para poder apersonarse como sí mismo ante iguales y diferentes ―los demás, los otros, con los que medra o disputa el mundo, incluso santos y diablos o dioses―; que, a la vez, le demanda poder comunicar-se mediante el elemento de lo común, lo que los hace comunes para poder decir y ser comprendido o al menos entendido de quién y quiénes como pueblo eran ―por tanto, también lo cualifica de una expresión personal apropiada del entorno―. Lo cual les confiere el don de ser voceros del sentir colectivo a través de los ojos, lo cual les hace artistas verdaderos, la voz embajadora del pulso comunitario.

En los tiempos modernos, al término de los años sesenta y, relativamente, no tan cerca de aquí, en las paredes de algunos sectores habitacionales de la ciudad de Nueva York, algunos jóvenes comenzaron a trazar algo más que nombres, sus apelativos. Así, con la manifestación pictográfica de tales sobrenombres, ellos pretendían instaurar una identidad propia y el sentir gregario del barrio. Tales jóvenes escribían pintando para sus aliados e incluso para aquellos que no lo eran.

Hubo entonces un muchacho de 17 años, de origen griego, Demetrius (Taki 183), quien, quizá, fue el ejemplo más significativo y a la vez el más conocido. Fue el primero en poner su apodo: Taki 183 ―“Taki”, de su diminutivo y “183”, en la calle donde vivía―. Éste se desempeñaba como mensajero, en su horario de trabajo viajaba en el metro; allí estampaba, dentro y fuera de los vagones, su firma. Para él esto fue un acto para refrendar su identidad en una nación ajena ―acto tiempo después imitado por muchos jóvenes más―: «Simplemente es algo que tengo que hacer. Trabajo, pago mis impuestos y no hago daño a nadie». Así le respondió al diario New York Times en una entrevista.

En la actualidad este fenómeno no es privativo de las grandes ciudades. En algunos países de América Latina los jóvenes han adoptado esta modalidad para expresar (lo que en el alma llevan) y, con buenos ojos, los ciudadanos de varias ciudades han visto y apreciado esta disciplina.

Por su alta calidad artística, además de apoyar su creación, otorgándole espacios y alentar su venta a partir de antedicha manifestación como piezas artesanales, también ha sido llevado a museos. En el estado de México varios municipios son (adornados) con graffiti, muchos son clandestinos y otros, no tantos, elaborados con apoyos institucionales a modo de espacios de expresión y creación a jóvenes mexiquenses.

La actualidad

En la esquina donde colindan las calles de Moctezuma y Guerrero en el Barrio de Coaxustenco en Metepec el artista plástico egresado de la Escuela de Bellas Artes, Jorge Ricardo Mortera Barrera, –Nolis su seudónimo- pinta con la técnica del grafiti una gran pared y el interior de un local. En la banqueta varios botes de pintura en aerosol esperan ser usados. Nolis detiene su trabajo para platicar con Semanario Punto

P-.¿Cuál es tu nombre?

R-. Mi nombre es, Jorge Ricardo Mortera Barrera. Me conocen como Nolis, en el ámbito del grafiti. ¡Exactamente, ese es mi seudónimo!

P-. Nolis te preparaste para ser… decirte grafitero parece peyorativo por la carga social que, seguramete aún prevalece pero; ¿Cómo nace un grafitero? Pero; tú estudiaste, además del grafiti; ¿realizas otras técnicas y otros formatos pictóricos?,¿de dónde eres egresado?

R-. Mira, cuando empecé en el mundo del grafiti ya tenía la edad de 16 años, pero no tenía ni idea del concepto sobre arte, o colores, alguna técnica en especial, simplemente me llamaba la atención de ver los dibujos en los muros. Tuve la oportunidad de conocer a varios grafiteros que en ese entonces eran los mejores, los que ya llevaban más experiencia, entonces me acerqué a ellos, les comenté, y pues, ellos me dijeron, dedícate un poco a esto. Y, de los 16 años, a los 18 años, me dediqué al grafiti, yo solo aprendí, a partir de mí; el talento se me fue nato, porque hay personas que por más que practican y practican, pues no se les da. A mí se me dio así, muy natural, lo quise hacer y se me dio. Entonces, de tanto que me gustó esto, pues, muchos me recomendaron: especialízarme, aprende más, no solo es pintar, o sea, hay un concepto atrás de la pintura. Entonces, pues, decidí dejar un poco el grafiti, y fue cuando me metí a la Escuela de Bellas Artes, a una licenciatura, para aprender más sobre el arte y poder utilizar el grafiti como una herramienta, ya que en ámbitos artísticos o en un concepto ya más social, el grafiti y el arte, pues, se asemejan pero no son prácticamente…

P-. Bueno, el grafiti, por su origen, ¿no?

R-. Exactamente.

P-.El grafiti, nace en la calle… ¿no?

R-. Exactamente.

P-. Nolis, ¿tú crees que el grafiti y el muralismo llevan caminos paralelos?

R-. Sí, pues los mismos cánones del grafiti se asemejan mucho al mural, en la parte que el grafiti quiere ser monumental, entonces la parte del mural es eso, que tiene que ser monumental, pero a través de varias perspectivas, colores, en tanto el mensaje pues no es tan importante, sino es la capacidad técnica del ser humano de aprender a sobrellevar esa capacidad de poder crear en un muro, no solo en una libreta o en un lienzo, sino en esa adrenalina de poder llenar todo un muro, y dejar aparte esos pequeños formatos que comúnmente, pues, algunos, son pequeños formatos, y el grafitero lo que busca es llenar más. Por eso es como que el grafitero aún no reconoce esta parte artística de ellos, porque para ellos es como que un ámbito territorial: de poseer más. El artista, pues, ya tiene un concepto más filosófico sobre lo que está produciendo, y pues, a él no le interesa abarcar, sino expandir conocimiento, a diferencia de lo que un grafitero, pues, normalmente solo buscamos más territorio, más muros: más inmensidad, se puede decir.

P-. ¿Cómo nace un proyecto de grafitero? ¿Ves el tamaño, y tu mente está trabajando ya el mural? ¿Cómo nacen los colores? ¿Cómo se armonizan, bueno, finalmente creo que cada grafitero tiene un estilo ¿no? Tú ves la pared, los colores, las imágenes, pero, si es sobre pedido, te van a decir, lo que ellos quieren ver en su muro. ¿Cómo nace un proyecto de grafiti?

R-. Para mí en lo personal, el cómo yo baso los proyectos de un grafiti, es, primero conozco a la persona, primero, valoro su sentido artístico, porque todas las personas, a veces hasta a una le pones un color, y ya le gusto el color, hay otras personas que son más visuales, más exigentes, y saben distinguir esa armonía de colores: entonces, te dicen, sabes qué, que ese verde me brinca, sabes qué, que ese verde no me gusta. Entonces hay gente que varía, dependiendo el pedido, porque hay gente que si tiene un ámbito artístico, una visión más amena de lo que quiere, y hay personas que, en lo personal solo buscan repetición de una imagen, ya no les interesa si les faltó el color, el brillito, simplemente que se vea la manzana: hay otras personas que buscan esa rama del arte más visual, donde el color llame, no que la manzana llame, sino que el color te atraiga, ya la manzana es lo de menos; pero ellos buscan el color. Entonces, ahí conozco a la gente, y de acuerdo a ello, sus conocimientos artísticos, pues yo me atrevo a imponerles, o cuando de plano veo que no es tan forzoso el imponerme, pues solo repito lo que ellos me piden. Pero cuando la persona se acerca y me dice: sabes qué, pues busco esto y esto, y veo que tiene esa amplitud visual de querer un muro, pues, ya uno: yo primero le propongo lo que es color, después ya forma, y ya hasta el último el tamaño no es tan necesario porque, cuando eres grafitero la barda como que se te hace chiquita. Me refiero, por ejemplo, a los artistas, pues, sí trazan, y tienen que incluso hasta medir, ¿no?, el grafitero no, el sólo ve la barda y dice: ya, aquí, y aquí, por la experiencia… las letras que él hace incluso, pues, por la instancia, por la rapidez; cuando sale a grafitear, todo es momentáneo en cinco minutos, entonces eso te da una agilidad para no tener miedo y no tener nervios, simplemente llegas y haces lo que ya sabes hacer. Esa es la otra confianza que tiene el grafitero, que le dicen; sabes que este muro, sí me lo echo. Es muy práctico lo que él hace, pero es una constancia de experiencia que a la larga te ayuda muchísimo a resolver, proyectos; te ayuda a resolver dimensiones, te ayuda a resolver esa cuestión de, que va pasando la gente, y que te vean pintar. A veces eso cuenta mucho para que tú te sientas seguro al pintar.

P-. ¿Cómo nace un grafitero?, me he preguntado, porque, creo que muchos han incursionado en eso, por moda o por una situación territorial, bueno; hubo un tiempo en que fueron muy perseguidos por la policía, ¿no? Yo creo que también fue tu caso, ¿fuiste perseguido por la policía, por hacer grafitis clandestinos?

R-. En su tiempo, bueno, te estoy hablando como del 2005, 2006 para el 2010, sí había mucha repercusión, yo también lo viví, no era bien visto. Pero, a partir de que el ser humano empieza como a abrirse de mentalidad en estos años, el grafiti cambia de rumbo, incluso, la gente le dejó de temer; porque antes nos tenían miedo, nos veían pintando en la calle y se iban por el otro lado ¿no? Entonces, ahorita la gente ya se acerca, la gente ya tiene esa… no, no le llamamos cultura, sino ya tiene esa educación, de preguntar: oye qué estás haciendo, oye me gusta lo que haces, de acercarse, ¿por qué? Porque del año 2010 para acá, el grafiti tomó un curso donde la gente ya no lo veía como vandalismo, sino, decía a ver, píntame algo en mi casa; a ver píntame este museo, píntame mi restaurante, entonces el grafiti empezó a meterse, y la gente decía, bueno a final de cuentas no es tan malo lo que hacen los chicos, es bueno y hay que apoyarlos. Entonces, la gente, nos adoptó, y más que nada empezó a adoptar la cultura del grafiti, que hasta en estas fechas ya lo que rige realmente las decoraciones en sí, afortunadamente para los que nos dedicamos al grafiti, pues, ya es un medio económico muy fuerte, porque ya el grafiti ya te provee de… como si fueras un trabajo profesional a comparación de un artista, prácticamente vas a lo mismo. Entonces, ahorita, la gente, ya no hay repercusión en el grafiti porque a la gente ya le gusta, lo valora, y ya eso nos permite expresarnos más y cuando te dan más chance, pues, obviamente tiendes a hacer cosas más creativas, más constructivas, y eso nos ayuda a que el grafiti tenga todavía más beneficios, mejor punto de vista, y tenga mayor aceptación en la sociedad.

Gracias, Ricardo.