Jenni, una historia de dignidad y valentía

La columna rota/ Frida Guerrera

Desde este año hemos tratado de compartir historias de mujeres vivas, sí, aquellas que logran salvarse de relaciones violentas. Nunca habíamos tenido la historia de una mujer que sobreviviera a la violencia de sujetos deleznables como los descritos en la carta de Jenni. Cuando me contactó por Facebook insistía en que diera a conocer su historia, pero mi agenda y lamentablemente los casos que no paran de víctimas de feminicidio, me limitaban a concretar una cita. Un día Jenni me reclamó diciéndome que no me importaba darle voz porque estaba viva, que sólo me importaban las mujeres asesinadas. Eso me hizo darme cuenta de que mi falta de tiempo no me permite abarcar todo y que tal vez Jenni no era la única mujer viva que tenía esa sensación. Le aclaré que no era así y que ella me importaba, que me mandara su historia y es como hoy celebro y agradezco su reclamo. Te dejo la historia de una mujer que no buscó ser violada, que hoy está en pie de lucha para lograr que llegue la anhelada justicia. Gracias Jenni.

Estimada Frida: Quiero compartir mi historia, una más sobre la violencia que sufrimos las mujeres; compartir mi historia no es sólo para que sea conocida; tengo la esperanza que al darla a conocer las mujeres rompan el silencio a pesar de las circunstancias adversas que nos enfrentamos día con día, que no nos vamos a agachar ante el agravio. Tenemos que ser conscientes que el tema de violencia contra la mujer es un problema grave que ha lastimado mucho a la sociedad, a las familias de las víctimas y a las mujeres que sufren la violencia en silencio. También quiero decirles a las niñas, jóvenes y mujeres, que no estamos solas , que estamos en pie de lucha por equidad y justicia, que será la semilla que dará fruto para generar un cambio; no lo veremos en el presente, pero las futuras generaciones cosecharan el fruto de la lucha de erradicar la violencia y la cultura del machismo que ha sido el causante de esta ola de violencia de género. Las mujeres de México exigimos justicia pronta y expedita para todas, que las autoridades hagan su trabajo y no hagan caso omiso a la violencia y exigimos seguridad, queremos salir y regresar a nuestros hogares vivas y que no se atente con nuestra integridad.

A continuación empezaré con la historia. El día de la violación fue el 13 de mayo de 2016, acababa de cumplir 18 años, el agresor Mario Antonio Ruiz me mandó un mensaje invitándome al cine, éramos compañeros de partido, pertenecíamos a la CNOP, que pertenece al Partido Revolucionario Institucional (PRI). Yo acepté porque el plan era tener una cita, nos quedamos de ver cerca del metro San Cosme, yo vivo cerca de ahí, llegó por mí en un coche y me dijo que íbamos al cine cerca de Reforma; en el transcurso del camino él dijo que le pasara unos papeles de la guantera; en cuestión de minutos nos desviamos del camino hacia Reforma, yo no logré reconocer en el lugar donde estaba, así que le pregunté y me contestó que primero íbamos a ir a una reunión con sus amigos de la universidad. Yo me enojé mucho, así que le pedí que me llevara a un metro cercano para poder ir a mi casa, pues me había cambiado los planes por completo; me dijo que me tranquilizara, que no íbamos a tardar mucho en la reunión y ya después, si ya no quería ir al cine con él, me llevaría a mi casa. Ya estaba comenzando a asustarme, porque no sabía en dónde me encontraba, no podía reconocer el lugar, lo único que quería era llegar a salvo a mi hogar. Nos bajamos del coche y entramos a la bodega Aurrerá; compró cosas para la supuesta reunión y lo que me pareció extraño es que había más bebida alcohólica que botana; comentó que vendrían muchos amigos para generar confianza en mí, que no iba ser la única mujer en la reunión; yo no sabía qué pensar, ya estaba muy asustada e incluso molesta por el cambio de los planes; sólo pensaba en encontrar la manera de regresar a casa; además cómo le iba hablar a mis padres que vinieran por mí, si ni quiera sabia en donde estaba. Llegamos a su casa en la calle de Panaderos 47, colonia Morelos, Alcaldía  Venustiano Carranza. Esa información la supe después, gracias a la investigación privada que realizó mi padre para determinar en donde ocurrieron los hechos con los pocos datos que aporté. 

Afuera de su casa ya lo estaba esperando una persona que ahora reconozco como el segundo agresor, llamado Helmer Henry López  Núñez (como lo mencioné, esta información la obtuvimos mi familia y yo con la investigación privada). Mario me presentó como su compañera de partido y este sujeto ni siquiera mencionó su nombre, me saludó como si fuéramos conocidos, lo que me causó extrañeza. Entramos a su casa, pasamos por la cochera y subimos una escalera hasta que llegamos a su departamento; entramos y me pidió que tomara asiento. Helmer y Mario comenzaron a conversar sobre ellos y la Universidad; yo me sentía incomoda porque no tenía idea de lo que estaban hablando, pues eso no me permitía tener tema de conversación; después de unos minutos llegó otra persona a quien reconozco ahora como David Osvaldo Chávez. La misma dinámica de presentación, Mario dice que somos compañeros de partido y él me saluda como si fuéramos conocidos y no menciona su nombre. Mario comentó que tenía un perrito en la azotea y que lo fuéramos a ver en lo que llegaban los demás, mencionó que me iba a gustar mucho el perrito, ya que a las chicas les gustan los animales, en especial los cachorros, y yo le volví a insistir que me llevara a un metro cercano, que en el metro podría llegar sin problema y que no se preocupara y él podía seguir con la reunión y convivir con sus amigos. Mario me contestó que me tranquilizara, que después de ver al perrito me llevaba a casa y que no era una molestia para él dejarme en mi casa. Subimos a la azotea, yo sólo quería salir de ahí porque ya me estaba asustando, y con la incertidumbre de qué es lo que sucederá después, sólo pensaba en la manera de salir y regresar a casa. 

En la azotea, en efecto, estaba un cachorro yo lo acaricié para tratar de calmarme y no demostrar nerviosismo. En la azotea, Mario, Helmer y Osvaldo empezaron a drogarse, tenían bolsas de un polvo blanco que parecía cocaína y de una hierba  de color verde, así que supuse que era mariguana, además subieron latas de lo que parecían  bebidas alcohólicas. Cuando vi eso sentí mucho miedo  y nervios, yo sólo pensaba en salir ya, tenía la intención de bajar pero en ese momento Mario me interceptó y Helmer sacó su teléfono celular y puso música de reggaetón. Mario  comenzó a acercarse a mí y querer abrazarme y pegar su cuerpo contra el mío, yo lo rechazo y bajo corriendo las escaleras. Llego al departamento resuelta a irme de ese lugar y  volver a pedir de favor a Mario que me llevara a un metro cercano para poder irme a mi casa sin excusa ni pretexto. Después de varios minutos que pasaron en la azotea, Mario, Helmer y Osvaldo bajaron alterados. Osvaldo dice que no puede quedarse más tiempo porque su novia lo espera y no quiere tener problemas, se despide rápido, sin más rodeos, y Mario lo acompaña a la salida, regresa y le vuelvo a decir que me acompañe a un metro cercano para regresar a casa, porque aparte que está en un estado inconveniente para manejar, no le quiero generar problemas y mucho menos arruinar su reunión con sus amigos. En el fondo no me convenció la historia de la reunión de sus amigos y amigas de la universidad, en ese momento yo era la única chica. Osvaldo se fue rápido, así que solo éramos tres personas y era mucho alcohol, además acepté una cita con Mario y él cambió los planes al meter a más personas en lo que se supone es una convivencia de pareja. Mario me respondió que me relajara, que lo acompañara a beber y que para él no era molestia dejarme en mi casa, me dijo que su colonia era peligrosa y más para una mujer, que estaba anocheciendo, así que era muy riesgoso que yo saliera a la calle. Me ofrece la bebida alcohólica, me pide que le diera un trago y  me prometió que me llevaría a casa, yo estaba muy nerviosa, asustada y desesperada por salir de ahí, yo solo quería volver a casa sana y salva, así que le di un sorbo a la bebida, me supo muy raro, le pregunte qué es lo que me había dado, contestó que era ron con limón y sal, traté de tomármelo lo más rápido que podía pero el sabor era muy extraño, y yo sólo pensaba salir de ahí con vida; después me empecé a sentir mal, sentía que la cabeza me flotaba y mi cuerpo no me respondía, tenía la sensación de que estaba pesado, así que me senté en el sillón y alcanzo a escuchar que Mario decía que me relajara y lo iba a pasar muy bien, así que comenzó a tocarme, y yo le dije no lo hagas y el preguntó ¿por qué no?, siguió manoseándome, yo trataba de oponer resistencia, pero mi cuerpo no respondía, así que le dije ¡basta!, me siento mal, quiero vomitar, en ese momento él me toma de la mano, pero en lugar de llevarme al baño me condujo a su recámara; ahí él se sentó en la orilla de su cama y me obligó a hacerle sexo oral, me estaba asfixiando con su pene y me tomaba muy fuerte de mis cabellos; yo me resistía e incluso le rocé el pene con mis dientes, él lo tomo muy mal y me tiro al piso y caí de rodillas; antes de caer al piso me había bajado mi pantalón y mi ropa interior, pues me estaba sometiendo por la cabeza jalándome los cabellos y cuando trataba de liberarme él ponía más fuerza para lastimarme. Volvió a ahogarme con su pene al introducirlo a la fuerza a mi boca, entonces estando sometida, percibo que alguien más se encuentra en la recámara y siento que se coloca detrás de mí y toma mis caderas, me introduce con fuerza su pene a mi vagina y sentí mucho dolor. Entonces alcanzo a voltear y vi la cara de Helmer y le digo ¡no!, ¿qué haces?, en ese momento él sale corriendo de la recámara y Mario se acuesta en la cama y como yo no tenía soporte, me caí hacia atrás, me quedo unos segundos en el piso en estado de shock, tratando de dilucidar qué es lo que había pasado. Como pude, subo mis pantalones, aún estaba en el suelo, me cuesta trabajo levantarme, estaba muy adolorida de mis brazos, mi cabeza y de mi parte genital, me acomodo la blusa, me dirijo a la sala, me siento en el sillón y aún estaba en estado de shock. Después de unos 10 minutos, Mario sale de la recamara y me pregunta qué fue lo que pasó, porque se quedó dormido y no recuerda nada. Yo no le contesto y tengo la cabeza agachada, no quiero mirarlo, me sentí tan mal, sucia y destruida, solo pedía a Dios salir con vida de ese lugar. Como no le contesté, me dice que ya puede llevarme a mi casa, salimos de su departamento y en el zaguán nos encontramos con Helmer, él estaba muy nervioso, incluso sudando y  desviaba la mirada. Mario sacó las llaves del zaguán tranquilamente; fue una tortura tener que soportar la presencia de mis dos violadores, parecía que a Mario no le importaba, estaba como si nada hubiera era pasado. Por fin abrió el zaguán y Helmer salió a toda prisa, se despidió torpemente de Mario y él le dijo que si lo llevaba a su casa, Helmer contestó que no era necesario y se fue caminando. Después de eso, Mario me pregunta dónde está mi casa, yo le contesto que no es necesario que me lleve directo a mi casa; él me dijo que si no le decía dónde estaba mi casa no me iba a llevar a ninguna parte, no tuve opción, yo sólo quería regresar a casa. 

En el trayecto a mi casa no cruzamos palabra. Cuando llegamos, Mario me jaló del brazo y me obligó a que me despidiera de él. Cuando llegué a casa de mis papás, lo primero que hice fue entrar al baño y darme una ducha, me sentía muy sucia, sólo quería limpiarme. Mis papas me preguntaron por qué había lavado mi ropa y les contesté que tuve un accidente, porque estaba en mis días; no insistieron en hacerme más preguntas, pero no estaban convencidos con mi respuesta; al día siguiente fui al médico para revisión y tomar precauciones sobre las enfermedades de transmisión sexual y el médico me dio la pastilla del día siguiente.

Meses después de mi agresión mis papás ya sabían lo que había pasado. Me llegaron unos mensajes en mis redes sociales con amenazas, los perfiles que logro recordar son Marvin Martin y un tipo que se hacía llamar Joaquín. Esos individuos me dijeron que mi partido, el PRI, me puso, y que ya estaba dentro de una red de prostitución protegida por el partido y por el gobierno del expresidente Enrique Peña Nieto (la red de prostitución  estaba bajo el control de Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, incluso  salió un reportaje en MVS noticias). Sabían todo de mí, en donde estudiaba, quién era mi familia y que yo era cuadro del partido, es decir una dirigente en formación dedicada al activismo político. Diario me hostigaban y me insultaban, recibía amenazas de que si no obedecía, iban a hacerle daño a mi familia. Yo me asusté muchísimo porque me mandaron una foto de mis sobrinas y una ubicación real en donde se encontraba mi abuelita, ellas viven en Puebla. También en una ocasión, Mario me interceptó saliendo de la logia, está cerca de mi casa en la Col. San Rafael, en la calle de Sadi Carnot. Yo iba a comprar material para mis trabajos escolares a la papelería y ahí es donde me intercepta y me jala fuerte del brazo, amenazándome de que si yo abría la boca, todos iban a saber lo piruja  que soy, porque me amenazó con difundir un supuesto video donde estamos los dos y que nadie me iba a creer era su palabra contra la mía, después de eso se subió a su auto y se fue. 

Después de tres años me atreví a romper el silencio. Sé que no es mi culpa lo que pasó, pero aun así lo recuerdo y me duele mucho. El hecho de que esté en pie de lucha no significa que rompa en llanto; sé que es un camino difícil porque en este país ser mujer parece que es un castigo, porque todo lo que te suceda, tú lo provocas y es tu culpa. Me he enfrentado a la revictimización, al hostigamiento y acoso sexual de la policía dentro de las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJ) y a la omisión e indiferencia de las autoridades, que tal parece que investigan a la víctima en lugar del delincuente. Tengo miedo de que mis agresores vuelvan a atacarme, pero gracias al apoyo de mi esposo y familia he logrado salir adelante. Como lo mencioné anteriormente, las mujeres exigimos justicia, equidad y seguridad. No vamos a permitir más injusticia ni violencia; las mujeres nos enfrentamos diariamente al peligro, muchas salen a trabajar o a estudiar, ¿de qué sirve esforzarse  por salir adelante si no vas a regresar con vida; de qué sirve ser una ciudadana mexicana protegida bajo el amparo de la Constitución, si no aplican la ley a los delincuentes? No podemos tapar el sol con un dedo, lo único que nos queda es luchar para sentar un precedente de que las mujeres de México alzamos la voz para exigir justicia por las víctimas que aún no se atreven a romper el silencio y por las que lamentablemente no están con nosotras.  ¡Ni una niña, jovencita y mujer violentada más! 

Jenni.

#RompéElSilencio #JusticiaParaTodas #NosotrasSinMiedo #NoEstásSola #NoTeCalles #NiUnaMás 

¿Eres madre, padre, hermana, hermano, hija, hijo, de una mujer víctima de feminicidio, desaparición, o intento de feminicidio?  Búscame, ayúdame a visualizar a las víctimas y contar su historia. Voces de la Ausencia.

@FridaGuerrera

Facebook: FridaGuerrera Guerrera

Voces de la Ausencia, FridaGuerrera Villalvazo

Correo electrónico: fridaguerrera@gmail.com