La pausa, duro golpe a los bandidos

Por Miguel Ángel Ferrer / Rebelión

** Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo decía Arquímedes. Ahora, modernamente, suele decirse “dame un enchufe”. O un conecte. O, también, tengo una palanca.

O de modo menos vulgar “tengo un amigo influyente en tal o cual secretaría de Estado, ministerio o empresa pública”. Es cosa de soltar una lana y asunto arreglado. Esa lana, ese dinero, recibe diversos nombres: soborno, cohecho, mordida, untada de mano.

Esa untada de mano es el ábrete Sésamo, la puerta de entrada de los arreglos “por fuera”, por abajo del agua, bajo la mesa. O en lo oscurito, como se dice en México. Y tal fue la base del éxito de empresas y empresarios españoles en México en los tiempos de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

A ese ábrete Sésamo se le ha venido llamando “modelo de negocios”. Y es la garantía de éxito empresarial y de grandes ganancias. Pero, evidentemente, no es eterno. El conecte no dura toda la vida. Y a veces ni siquiera mucho tiempo. Un cambio de ministro o de gobierno o de partido en el poder puede cambiar radicalmente la situación prevaleciente.

Pero no hay problema. Es cosa de buscar otro enchufe, a otro corrupto deseoso de que le unten la mano. No siempre, sin embargo, esto es posible. Y menos cuando desde la cúpula del poder se repudian, se condenan, se desautorizan, se persiguen estas conductas. Cuando, digamos, se termina el permiso para robar.

Por esta razón es que en España cayó como patada de mula la decisión del Presidente López Obrador de hacer una pausa en las relaciones económicas, comerciales y financieras entre el gobierno mexicano y las empresas españolas.

Una palabra tan suave como pausa desató la furia del rey de España. Felipe  de Borbón entendió perfectamente el mensaje del fin del modelo de negocios mafioso. No más coimas, no más mordidas, no más tratos preferenciales a cambio de dinero, no más enchufes “al más alto nivel”. No más influyentismos labrados con generosas mordidas a los mismísimos presidentes mexicanos Fox, Calderón y Peña Nieto.

Una palabra tan suave como pausa constituyó un duro golpe al bolsillo de los bandoleros. Y ya se sabe que duele más una patada en el bolsillo que una patada en salva sea la parte. Y máxime si la patada resulta en la abolladura de la corona del regio bandido.

Adiós, don Felipe, a las ganancias grandes, fáciles y seguras de las mafiosas empresas españolas. Y adiós, consecuentemente a las jugosas comisiones recibidas por la eficiente gestoría.

Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo decía Arquímedes. Ahora, modernamente, suele decirse “dame un enchufe”. O un conecte. O, también, tengo una palanca.

O de modo menos vulgar “tengo un amigo influyente en tal o cual secretaría de Estado, ministerio o empresa pública”. Es cosa de soltar una lana y asunto arreglado. Esa lana, ese dinero, recibe diversos nombres: soborno, cohecho, mordida, untada de mano.

Esa untada de mano es el ábrete Sésamo, la puerta de entrada de los arreglos “por fuera”, por abajo del agua, bajo la mesa. O en lo oscurito, como se dice en México. Y tal fue la base del éxito de empresas y empresarios españoles en México en los tiempos de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

A ese ábrete Sésamo se le ha venido llamando “modelo de negocios”. Y es la garantía de éxito empresarial y de grandes ganancias. Pero, evidentemente, no es eterno. El conecte no dura toda la vida. Y a veces ni siquiera mucho tiempo. Un cambio de ministro o de gobierno o de partido en el poder puede cambiar radicalmente la situación prevaleciente.

Pero no hay problema. Es cosa de buscar otro enchufe, a otro corrupto deseoso de que le unten la mano. No siempre, sin embargo, esto es posible. Y menos cuando desde la cúpula del poder se repudian, se condenan, se desautorizan, se persiguen estas conductas. Cuando, digamos, se termina el permiso para robar.

Por esta razón es que en España cayó como patada de mula la decisión del Presidente López Obrador de hacer una pausa en las relaciones económicas, comerciales y financieras entre el gobierno mexicano y las empresas españolas.

Una palabra tan suave como pausa desató la furia del rey de España. Felipe de Borbón entendió perfectamente el mensaje del fin del modelo de negocios mafioso. No más coimas, no más mordidas, no más tratos preferenciales a cambio de dinero, no más enchufes “al más alto nivel”. No más influyentismos labrados con generosas mordidas a los mismísimos presidentes mexicanos Fox, Calderón y Peña Nieto.

Una palabra tan suave como pausa constituyó un duro golpe al bolsillo de los bandoleros. Y ya se sabe que duele más una patada en el bolsillo que una patada en salva sea la parte. Y máxime si la patada resulta en la abolladura de la corona del regio bandido.

Adiós, don Felipe, a las ganancias grandes, fáciles y seguras de las mafiosas empresas españolas. Y adiós, consecuentemente a las jugosas comisiones recibidas por la eficiente gestoría.

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