La religión…
Por: Isaac Ocampo García
“Desde el momento que Dios, el ser perfecto y supremo, se pone frente a la humanidad, los intermediarios divinos, los elegidos, los inspirados de Dios salen de la tierra para ilustrar, para dirigir y para gobernar en su nombre a la especie humana”. Dios y el Estado: Bakunin.
¿En qué va a parar todo esto? ¿En qué va a desembocar la amenaza en sí que nos depara el futuro por todo lo que seguimos viendo? (el futuro sobre todo de los niños y los jóvenes, que los de más de 65 años podemos decir, okey, ya fue suficiente…)
Todo se ve tan oscuro, tan desalentador, que las ganas por vivir parecen irse acabando poco a poco.
Sin haber reglas de conducta precisas, sabíamos cómo debíamos de comportarnos, pero no lo hicimos, ahora simplemente somos víctimas de esas consecuencias. Vivimos tan desobligadamente, como si la vida nos fuera a ser eterna. O que las cosas que hacíamos mal, en cualquier momento podríamos componerlas como quisiéramos. ¿Cuántas y cuántas generaciones pasaron la vida así, de ése modo, incluso, sin más preocupaciones que sólo trabajar para vivir?
Qué envidia me producen aquellas y aquellos que no supieron jamás de los virus o de las pandemias, que no supieron de estos males, más que por los libros, o de otras formas, pero jamás padeciéndolos en carne propia.
Tal y como nosotros, que no supimos de guerras de ninguna especie, menos de las dos guerras mundiales, de las que sólo sabemos por la inercia absurda de los que buscan que nos enteremos, por la mera necesidad de un espectáculo, por demás horrendo, que causa ver morir a la gente, y los que no mueren verlos caer en las más espantosas de las desgracias y de las miserias. Como ahora vamos cayendo los componentes de una humanidad − quizá − por desaparecer.
Porque así como van y como siguen siendo las cosas… ¿Qué otra cosa nos espera?
Hay personas que aseguran que nada de lo del coronavirus es cierto, pero y entonces, ¿por qué tanta gente enferma y por qué tanta gente muerta?
Que todo es una mentira echada a andar por los magnates de las grandes potencias mundiales, para ellos poder reajustar sus economías a lo que les conviene, que por eso poco o nada les importa que mueran miles, que quizá hasta puedan llegar a ser millones.
Entre tanto los “amos del mundo”, totalmente protegidos contra lo que ellos mismos supuestamente desataron, esperan, maquiavélicamente hablando, a que acaben de morirse, los que tengan que morirse; para ellos seguir señoreando sobre un planeta ya menos contaminado, precisamente, con tantos millones de habitantes.
¿Película futurista? Podría parecerse, pero no, por lo menos no en que tantos y tantos estemos padeciendo y sufriendo por todo ello, y que a fin de cuentas muramos como si no hubiéramos existido, o nada más hubiéramos nacido como mero antojo de nuestros padres…
Así entonces, y como alguien ha dicho por ahí, que todos sabemos que los dioses duermen, pero que si no despiertan con todas estas calamidades, hay que despertarlos; que |hay que blasfemar para que despierten, pero que incluso no lo hagan de manera inútil; que lo hagan para salvarnos; para quitarnos de este sufrimiento.
Hay tantas y tantas formas de contaminar la tierra. De cómo embrutecer a los humanos para el servicio de otros humanos, que finalmente no sabemos si venimos o vamos. Una de esas formas, una de las más aberrantes… ¡¡¡La Religión!!!
Nos leemos en la que sigue, digo; si es que…