Progreso integral

** La industrialización, por deslumbrante que sea, no significa por sí sola progreso si no va acompañada de una vida más justa; de un progreso moral tan significativo como el material.

Por Isaac Ocampo García

Esta solución indudablemente no es aquella por la que pugna Flores Magón. Él tiene ideas muy precisas en cuanto a la evolución de la sociedad, la naturaleza del proceso de cambio y las metas utópicas que algún día esa sociedad habrá de alcanzar. La humanidad progresa, para él es indudable, pero su evolución no es integral. Los adelantos que alcanza son enormes en el dominio de la cultura material más no así en el dominio de la vida moral; progresa la humanidad en un sentido solamente. Las más generosas concepciones de los filósofos, aquellas que si se pusieran en práctica abrirían amplios horizontes para gozar libremente la dicha de vivir, nada valen frente a la admiración que se pone en los descubrimientos técnicos ─el cinematógrafo, la telegrafía, la navegación aérea─ y como consecuencia de ello la lucha por la vida reviste el mismo carácter de ferocidad, de hostilidad recíproca que hace del hombre, como dijera Hobbes, el lobo del hombre.

La industrialización, por deslumbrante que sea, no significa por sí sola progreso si no va acompañada de una vida más justa; de un progreso moral tan significativo como el material.

La evolución de la humanidad deja de ser integral en el momento en que aparece el primer propietario sobre la tierra y la divide en dos clases antagónicas que hacen a los hombre extraños unos de otros y a las razas y a las naciones enemigas entre sí. En nuestro país la evolución natural se interrumpe cuando el primer conquistador arrebata al indio la tierra y establece un sistema de explotación que se desarrolla “en la noche de tres siglos llamada época colonial”; continúa su curso bajo el imperio, la república federal y la dictadura hace explosión con la revolución de 1910. En una humanidad dividida en clases sociales sólo puede haber progreso “material”, porque siendo los intereses opuestos “no puede existir vínculo alguno de amistad ni de fraternidad, ya que la clase poseedora tiende a perpetuar el sistema económico, político y social que garantiza el tranquilo disfrute de sus rapiñas, mientras la clase trabajadora hace esfuerzos por destruir ese sistema”.

Si socialmente es imposible la igualdad, la libertad y la fraternidad entre los hombres mientras haya clases sociales, el resultado inevitable es la lucha de clases por excluirse mutuamente. El carácter mismo del conflicto que se establece entre las clases hace que la evolución no pueda realizarse gradualmente sino por saltos, estos es, revolucionariamente. Todos los grandes pasos que la humanidad da en su evolución hacia formas más justas de convivencia, los produce a base de esfuerzos violentos que destruyen las formas tradicionalmente establecidas. El pase de la autocracia a la democracia requiere para realizarse la conmoción sangrienta que se llama la Revolución Francesa; si este acontecimiento no logra establecer la libertad, la igualdad y la fraternidad, su “fracaso no se debió al salto sino a que dejó intacta la fuente de donde provenía el privilegio y la desigualdad, esto es, la propiedad privada”. La Revolución Mexicana es un salto, el primer acto de la gran tragedia universal que bien pronto tendrá por escenario la superficie toda del planeta y cuyo acto final será el triunfo de la libertad y la consecución de un progreso integral.

(En ocasiones pienso ─no me hagan caso─ pero creo que por ahí van los pensamientos y objetivos del presidente Obrador…)