¡Talking Heads y el peso de tu acalorada ausencia!
SILENCIOS ESTEREOFÓNICOS
“Nena Cuca:
¡Burning Down The House!”
12:12
15/06/23
Félix Morriña
Amor, preparo el desayuno en tu ausencia, como si fuese un día normal, ¡pero no lo es! El humo y olor del café con café, transitan de densa forma y fondo en la cocina de nuestro loft de adobe metepequense, justo donde los rayos del Sol, me reciben cada mañana de manera directa a los adormilados ojos. Trato de darle sentido a la ausencia, al silencio dentro de los múltiples silencios que existen en mi sonora cabeza.
El intenso calor de mediados de junio, anuncia histórico verano para los habitantes del altiplano mexiquense, a dos mil 600 metros sobre el nivel del mar, frente al volcán Xinantécatl, Nevado de Toluca. Sudo de fatídica manera, como si en ello se me fuera la existencia. Dreno mi ser a casi 30 grados centígrados, como en los momentos de éxtasis corpóreo, después de la amorosa danza del guerrero, tras la añorada victoria, tras la histórica conquista del tiempo sobre el espacio de casi tres décadas de identitaria profesión periodística.
Para un sitio donde el frío es distinción, el calor viene a ser una señal de transición, de ser capaces de asimilar los repentinos cambios del ser y estar. La naturaleza de la existencia. Como sucede con la conexión con el Cosmos a través de lo más íntimo de nuestra esencia; donde nos multiplicamos; nos desdoblamos; conocemos las fuentes de nuestra liquidez emocional; donde somos uno, y cada uno, el entero que se requiere para concretar cualquier misión.
Ese fuego en el fuego multiplicado, cual canción de la memorable banda neoyorquina Talking Heads: “Burning Down The House”, me hacen bailar en el infierno como el mismísimo maese cantante, compositor, guitarrista y líder de las “Cabezas Parlantes”: David Byrne, a la gringa escocesa, sacudiéndome todo para sacar esa rara sensación de abandono, como si me hubiera asaltado yo mismo el alma y no tú. Una especie de “Un Yo, sin Ti, sin Yo”.
Por cierto, amor, recién coloqué mi acreditación de hace años de un concierto de David Byrne en la CDMX en plan solista, en la “pequeña congeladora”, donde yacen otras acreditaciones de memorables y únicos conciertos, a los que he tenido la oportunidad de asistir como periodista a lo largo de tres décadas de existencia. El recital del maese en plan solista, como todos los que le he visto, en vivo y en grabaciones, quedan en el comportamiento psicosocial cultural de este interlocutor.
Cómo no embriagarse de Sol y sentir que la casa quema tanto como tu ausencia. Dibujo tu sugerente, sensual y fina figura de este valle matlatzinca nahuatleca con el humo y el olor del café con café en medio de la inolvidable estancia, cual galería de arte, donde quedan plasmadas infinitas memorables figuras de horneada pasión. Mis manos labran, siembran en tu cuerpo la milenaria sabiduría del erotismo que trasciende. Cual docente y digno representante del Cosmos en tu ser, al conectarse el Yo interno con el tuyo, la magia se suscita y lo hace posible todo, todo.
Llega el meridiano del día a mi fundida cabeza parlante, sólo para dejarme fluir, seducir por el reproductor que toca a todo volumen las rolas de Talking Heads: la definitiva “Psycho Killer”, la grata “This Must Be The Place”, la jocosa “Once In A Lifetime” y la rola motivo artístico sonoro de esta columna, dedicada a la consciente pasión desbordada que nos hace valiosos como seres humanos, y que pocas veces se vive con esa verdadera amorosa intensidad en la existencia.
¡Consumatum Est!
Talking Heads, “Burning Down The House”:
Talking Heads, “Psycho Killer”:
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