EdoMexMunicipios

Toluca, hace 70 años

Por Isaac Ocampo García

(A: las monjas de San Bernardino. Toluca)

Zinacantepec, Méx., octubre 6 de 2024.

Iba a cumplir 6 años el 6 de octubre de 1953, cuando mis dos madres (mamá y abuela) muy afanosas y alegres me conducían a la iglesia de San Barnardino (en Toluca), debía yo cumplir con la “sentencia” a la que me habían programado tiempo atrás.

Con camisa de popelina, listón en el brazo izquierdo, una vela y el misal en la mano derecha… Estaba yo listo para “Hacer mi Primera Comunión”.

Un día antes, alrededor de unas 30 monjas del convento del mismo santo, a mi y a otro montón de niños y niñas; nos habían examinado para tan importante evento de ese día 6 de octubre del 53…

Recuerdo, con gratitud y buenamente, a aquellas monjas de San Barnardino, siempre con sus hábitos color negro, cuando todos los días sábados, silbato en boca nos llamaban a los chavos del barrio para ir a recibir de ellas sus enseñanzas doctrinarias.

En cada una de aquellas sesiones nos daban un boleto (con la imagen del santo patrono de la orden a la que las monjas pertenecían); al final del ciclo doctrinario nos cambiaban los boletos que teníamos, por juguetes, pelotas y demás chucherías…

Y, cómo olvidar que en aquella iglesia de San Bernardino, fui acólito. Exacto, le ayudaba al sacerdote, al padre Barúmen cuando oficiaba misa.

Había que llegar temprano a la iglesia, y de inmediato dirigirse a la sacristía para hacerme de la consabida sotana que llevan los acólitos. Si llegaba uno tarde, no alcanzaba uno sotana, y pues, sin sotana no podíamos ayudarle al padre en el oficio de la misa, ni tampoco recoger las limosnas que los feligreses le dan a la iglesia.

**Fotos, captura de pantalla