Yo también fui secuestrado
Por Héctor Jiménez Landa
** Lo que vivimos fue un día que difícilmente se les olvidará a los padres y vecinos de Río Frío, debido a lo que sufrieron con el rapto de Edward de Jesús, pero también será inolvidable para los miles de automovilistas que estuvimos ahí.
Jueves 5 de mayo de 2022; se conmemoró y festejó con bombo y platillo, y con la presencia de grandes personalidades de los gobiernos federal, estatal y municipal, el 160 aniversario de la Batalla de Puebla. Apenas pasado el mediodía, en el poblado de Río Frío perteneciente al municipio de Ixtapaluca, Estado de México, una madre mandó a la tienda a su hijo de nueve años de edad, Edward de Jesús, y un hombre a bordo de un Versa color plata lo subió a su auto para darse a la fuga.
Los pobladores de Río Frío, junto con la familia del menor, y que en total suman 196 habitantes de acuerdo con el Censo de 2021, dieron parte a las autoridades, pero éstas no actuaron rápidamente, por lo que los pobladores decidieron, a las tres de la tarde, cerrar la carretera México-Puebla, tanto federal como de cuota en ambos sentidos, argumentando que no la abrirían hasta que apareciera Edward de Jesús.
Qué pena y angustia vivieron los padres a partir que su hijo desapareció; tenían mucha razón, si no actúan de inmediato no podrían tener esperanza de ver al niño nuevamente.
Junto con mi hijo y una colaboradora de la oficina, que veníamos de regreso de Tlaxcala, pudimos percatarnos que solo nos faltaron escasos trescientos metros para poder pasar unas cuantas piedras y troncos y seguir nuestro camino hasta nuestras casas. La hora: tres y veinte de la tarde.
No había manera de hacer movimiento alguno, ni para atrás ni para adelante.
Yo estaba muy cerca de la zona de restaurantes, tiendas, gasolinera, baños de Río Frío, conocida por la gran mayoría de los viajeros que en alguna ocasión se han detenido en el lugar; eso hizo que pudiera ir al baño, a comprar algunas papas, agua, etc., pues no había tampoco gran variedad como para pedir algo en específico. Tuve oportunidad también de ir exactamente al lugar en donde estaban los oriundos del lugar haciendo el paro. Como a las seis de la tarde, todavía eran máximo treinta personas las que tenían entre sus manos a miles de ciudadanos que transitábamos por las carreteras, ya sea hacia Puebla o hacia la Ciudad de México. Estaban presentes elementos de la Guardia Nacional, Militares y Marina; todos al acecho y esperando instrucciones de sus superiores, que no se vislumbraba que llegaran, sólo argumentaban que los altos mandos estaban negociando para poder abrir aunque fuera un carril de la carretera y comenzar a reanudar el tránsito. Los habitantes de Río Frío exigían hablar hasta con el presidente López Obrador, además que se presentaran autoridades para poder tener una respuesta que los llevara a encontrar a Edward de Jesús; jamás pidieron hablar con Alfredo del Mazo, gobernador del Estado de México.
Seguía pasando el tiempo y nada, poco a poco se iba perdiendo la luz del día y con ello un poco más la preocupación de qué podría pasar, y cuándo iba a terminar esta pesadilla; solo veíamos pasar en sentido contrario muchas patrullas de la Guardia Nacional y camiones de militares, luego supimos que en twitter, entre otros comentarios, un artista que tenía un compromiso en Puebla, fue rescatado por la Guardia Nacional y lo llevaron a que cumpliera con su evento, mientras miles de automovilistas estábamos en manos del grupo de personas que seguían deteniendo el tránsito.
Cuando ya obscureció, el frio de la zona, el silencio que imperaba y la conciencia de que ya llevábamos más de seis horas en el mismo lugar, decidí nuevamente ir a la zona cero a ver qué pasaba.
Caminé nuevamente los trescientos metros que había de mi auto a la zona mencionada y ya la situación fue muy diferente: llantas quemándose para alumbrar a la gente que tenía tomada la carretera, pero ahora ya no eran pocos, eran más de trescientas personas, las cuales en su mayoría, tenían tubos, piedras y unos que otros traían machetes. Los choferes de los camiones solicitaban que nos abrieran un carril, que ya los habíamos apoyado durante casi 6 horas y que era necesario que nos dejaran pasar. Había algunos reporteros con cámaras haciendo su trabajo cuando entrevistaron a uno de los dirigentes del paro, quien dijo que no se moverían hasta que apareciera el niño. Los elementos de la Guardia Nacional y militares solo estaban a la expectativa sin hacer movimiento alguno, a mí, uno de ellos me dijo que en caso que los pobladores agredieran a alguien, tenían instrucciones de defender a cualquiera de los miles de ciudadanos que ahí nos encontrábamos, de lo contrario, no debían hacer ningún tipo de movimiento.
El ver esto y ante el gran enojo de los residentes, sentí que estábamos en manos de ellos, no podíamos hacer nada para poder seguir nuestro camino.
Al regresar a mi auto, pude ver unos patrulleros de la GN hablando con un pequeño grupo de personas, entre ellos mi hijo, a los cuales les estaban diciendo que a partir de ese momento nos sugerían que nos subiéramos a nuestros autos y que ya no nos bajáramos, pues la zona es muy peligrosa. Ya desesperados, casi todos reclamábamos a las autoridades la carencia de su ayuda, queríamos que quitaran las vallas de la carretera para regresarnos, pero nos dijeron que ya cerca de San Martín Texmelucan algunos automovilistas que habían logrado irse en reversa y tomar la carretera hacia Puebla, ya se habían topado con los “ponchallantas”, que hacen que te detengas y te asalten. También nos comentaron que la autopista del Arco Norte ya estaba tomada. O sea que no había forma de salir de donde nos encontrábamos. En el mismo punto donde estábamos pasaban jóvenes en motocicletas y los policías nos dijeron que también tuviéramos cuidado con ellos, porque era muy probable que fueran asaltantes, que no deberíamos provocarlos porque entonces nos sabrían en qué terminaría todo.
Cómo estaría de peligrosa la zona, que en un tramo de doscientos metros teníamos a dos patrullas que nos estaban cuidando.
Hartos, cansados, desesperados, nos dieron más de las doce de la noche; ya estábamos seguros de que ahí pasaríamos la noche. El sueño nos fue venciendo hasta quedarnos dormidos con el motor encendido y la calefacción puesta para aminorar el frío que hace en la zona.
Sin que supiéramos, a la una y media de la mañana, encontraron a Edward y a sus secuestradores cerca de Tula, Hidalgo.
A las dos de la mañana me despertó el ruido de los autos y camiones que comenzaron a circular en el sentido opuesto de la carretera. Por fin habían quitado el retén y se terminó la pesadilla que había comenzado a las dos de la tarde y que duró doce horas.
Lo que vivimos fue un día que difícilmente se les olvidará a los padres y vecinos de Río Frío, debido a lo que sufrieron con el rapto de Edward de Jesús, pero también será inolvidable para los miles de automovilistas que estuvimos ahí.
A nosotros también los pobladores de la región nos secuestraron y no pudimos hacer nada al respecto. Tienes miedo, enojo, no sabes qué pueda pasar, los alcances que puedan tener estas personas y no sabes cuándo vas a regresar a tu casa, si es que vas a regresar o no. Muchas cosas te pasan por la cabeza, te percatas de la incapacidad que tienen las autoridades municipales, estatales y federales para poder controlar una situación como la que vivimos. No es posible que se pueda mantener cerrada una carretera por doce horas y no hacer nada. Tener, como ya he mencionado, a miles de automovilistas secuestrados, por un grupo de no más de trescientas personas (que aunque tenían razón en sus reclamos), no era justo que nos sometieran a esa situación, pero también creo que si no lo hubieran hecho de esa forma, a lo mejor nunca hubieran vuelto a ver a Edward.
Cada día que pasa, vemos que en repetidas ocasiones los vecinos de algunas poblaciones cierran carreteras para reclamar algo que el gobierno no les ha cumplido; es más frecuente que esos reclamos se hagan en esta forma y eso se debe a que ningún gobierno actual de ningún municipio o estado tiene la capacidad para resolver los problemas antes que se hagan mayores y se manifiesten los pobladores como lo están haciendo a la fecha.
Reclamo y hay un enojo de mi parte porque no se me hace justo que el gobierno actual no haya hecho nada contra la inseguridad que impera en el país, amén de otro tipo de problemas que existen. Nos podrán argumentar que esto es debido a que en otros tiempos era un robadero tremendo, o porque así se recibieron las instituciones, o porque era demasiada la corrupción, etc., podré escribir mucho de lo que el presidente de la República dice día a día en sus conferencias matutinas referente a los neoliberales, corruptos, traidores a la patria, etc., pero lo que si sé es que estando en mi país, recorriendo las carreteras, me siento con miedo. No me fui de vacaciones, fui por trabajo, y realmente cuando sucede lo que a mí me sucedió, se siente miedo, angustia, enojo, impotencia y no sé cuántos adjetivos más pudiera mencionar, pero ningún gobierno, como ya dije ni municipal, estatal o federal, han hecho algo en contra de esta inseguridad. Si no pueden resolver o no saben cómo hacerlo, la verdad, renuncien y dejen de tratar de engañarnos como lo están haciendo actualmente a base de culpar al prójimo o a los antecesores, a los verdes, amarillos, etc., del color que sean sus orígenes, pero saben que no han podido hacer nada ni se vislumbra que vayan a hacer algo por el bien y la seguridad de los casi 130 millones de mexicanos que como yo, también fui secuestrado.
**Fotografías tomadas de redes sociales