¡A todos mis muertos, a todos tus muertos! ¡Los descarnados: estamos de regreso, sólo para ustedes: 5:55!

SILENCIOS ESTEREOFÓNICOS

Félix Morriña

Con “El cantar de los cantares” en la entereza mano, convertido en amoroso lapidario corazón, arribo al panteón municipal de Metepec en el momento y tiempo exacto en el que debía volver a la morada de los Fieles Difuntos, tras varios años de ausencia.

Con “Epitaph” de King Crimson como fondo musical, pido permiso para entrar al Mictlán físico. Arribo con los usos y costumbres ancestrales, fusionados con la realidad cotidiana post pandémica, mismos que refuerzan el contexto de la sociedad del día a día, sin importar la inter generacionalidad, con el fin de lograr labor conjunta a la solución de problemáticas comunes en esta terrenal existencia.

“¡Nada más frío que la Muerte!” (LiCTD) reza en el fondo sonoro una pieza homónima al nombre de una agrupación alemana dark gótico avantgarde del mismo nombre: “Love is Colder Than Death”, de la década de los años 90 de la memorable disquera independiente inglesa 4AD, fundada en 1979, y que brindó al #ServibaryAmigo #DandyperoPunk #ElCinicoMayor, junto a su generación, las enseñanzas de la música del justo momento histórico que se vivía en ese México Salinista, el de apertura al llamado Primer Mundo por parte de los entonces jóvenes veinteañeros.

El ombligo celestial umbilical de la primogénita “vasconcelista” “Nina Hagen Simione Galindo”, yace en otrora hacendaria fértil tierra revolucionaria mexicana metepequense, a escasos pasos del Mictlán #PuebloMagico, en un rosado rosal, lidiando con las entonces indiferentes rosas rojas que hacían, en conjunto color tutifruti, cobijado por un frondoso y bien cuidado capulín, donde su labrador perro negro guardián “Argos”, como el del maese “Morris Morrison”, entrenaba para aprender a cuidarle en sus primeros pasos por su Tierra Nativa, adoptiva para su señor padre. Ese ombligo celestial umbilical está conectado a esa parte del cosmos, donde todo es posible, sobre todo si hay vida y muerte en conjunción, en perpetua conexión.

Con poco más de 100 años, lo cual me recordó al mismísimo Pedro Infante con su canción de la misma cantidad de ayeres; el panteón municipal de Metepec es un espacio representativo en materia social, económica, política y cultural del #PuebloMagico, porque en él, yacen habitantes nativos, como figuras políticas, como familias que por generaciones han marcado un antes y después en la historia del municipio del altiplano mexiquense, a través de sus Fieles Difuntos.

Tras los pertinentes estertóricos Silencios Estereofónicos del cobijado ambiente de antiguos robustos cedros que ornamentan y “dan natural vida al panteón”, abordo al empecinado joven encargado del panteón municipal de Metepec, el cual prefiero omitir su nombre por respeto a su discreta labor, tal cual me lo solicitó, señaló que la lápida más antigua que existe es de agosto de 1916, la cual pertenece, según se lee en el epitafio: “Al señor José Gregorio, un recuerdo de Tenango”, pero no indican los apellidos.

La grisácea lápida yace al fondo del panteón del lado derecho de la entrada principal de la Avenida Estado de México, en lo que los metepequenses llaman “El panteón viejo”, porque está dividido en la actualidad, debido al natural crecimiento demográfico de Metepec, a la amplitud del panteón, y por desgracia, a las decenas de muertes por pandemia que azotó al mundo hace dos años, en la que apenas se dieron abasto.

Hay lápidas que se distinguen de otras por su originalidad para despedir a sus seres queridos, como es el caso de la familia del señor Felipe Ortiz García (1935-2013), quienes le pusieron un balón de fútbol soccer de barro por su afición extrema a este deporte. Destaca en el mero centro del panteón municipal de Metepec un monumento, dedicado al presidente municipal Amador Sámano C, quien falleció de una muerte trágica el 10 de diciembre de 1922, como indica la placa. Al preguntar sobre dicha muerte trágica, nadie contesta de los que trabajan en el panteón municipal, porque nadie sabe ya a ciencia cierta qué pasó con el tiempo entre la vox populi.

Para don Socorro Hernández de la Cruz, de oficio carpintero y ducho como albañil, pero recordado por haber trabajado y vivido en el panteón municipal de Metepec a lo largo de nueve años como vigilante, velador y cuidador de almas que ¡le brindan paz y respeto!, el antes y después de este espacio consagrado al descanso eterno, fue cuando se reinauguró el panteón municipal de Metepec tras la sepultura del alcalde Amador Sámano, porque antes, el panteón estaba en el predio vecino, donde ahora está un plantel educativo de nivel primaria, pero se trasladaron algunas tumbas al predio donde ahora está, porque se crearon las condiciones para tal reubicación.

“Yo voy y regreso todo el tiempo al panteón, porque trienio tras trienio me van moviendo de Dirección y área, pero siempre termino aquí, porque aquí es donde me siento mucho mejor. Los muertos me permitieron vivir con ellos nueve años, me permiten estar en paz y con mucho respeto, porque no tenía dónde quedarme cuando estaba en los momentos más difíciles de mi vida, sin trabajo, sin casa, sin nada de nada y con familia por mantener. ¡Imagínese!

“Los muertos, las almas, la convivencia con ellos, es mucho más completa que momentos con los vivos. Yo me siento muchos más seguro dentro del panteón que fuera. No hay nada paranormal, no hay nada metafísico, todo está en la cabeza de la gente, en su consciencia, en sus miedos, en sus creencias”, exclamó don Socorro Hernández de la Cruz, quien carga con ella, con su Cruz, con la conciencia tranquila y en paz consigo mismo.

Entre las familias más antiguas de Metepec que tienen sus tumbas y capillas familiares en el colorido panteón en esta época del año, con las tradicionales flores de cempasúchitl, tan amarillas como padre Sol, destacan los Nava, Archundia, Carrillo, Romero, Lechuga, Plata, Soteno, Belmonte y Terrón, entre otras.

En la entrada del panteón municipal de Metepec hay una placa, que es parte de una lápida que data de 1909, con la que se le da la bienvenida, año tras año, a todos los vivos que vienen al Fandango de los Muertos, al “Mitote del Mictlán”.

Mientras narro, redacto, ensueño lo que fui y jamás seré y viceversa (¡lo que soy y no seré jamás!), rindo sentido homenaje al camarada, amigo y maestro franco estadounidense mexicano, el investigador africano, nacido a las orillas del Tanger, Luis Recillas Enecoiz, cómplice de memorables decenas de historias a lado y dentro del panteón municipal de Metepec.

Como inolvidable “Retorno a Aztlán” y retorno a la saludable neurolingüística del día a día, en la praxis cotidiana, rememoro con nostalgia a las ortodoxas, ambiguas y solemnes tortugas llamadas “Semiótica”, “Semántica” y “Semiología”, “cognoscitivas hijas putativas” del desaparecido político con ficha internacional por la Interpol, Luis Recillas Enecoiz.

Calmo el frío amanecer con el narcisista veracruzano aromático café, recién adquirido a la vuelta de casa. Escucho de manera vintage carretes, casetes, discos de vinilo de 45 y 33 RPM, como grabaciones de entrevistas, conciertos, recitales, grabaciones oficiales y piratas de Daniel Santos, Lucha Reyes, Chavela Vargas, Cuco Sánchez, Lola Beltrán, Julio Jaramillo, José Alfredo Jiménez, Jorge Negrete, Eydie Gorme con Los Panchos (y sin hacer ¡Panchos!), Julio Iglesias, Nelson Ned, Camilo Sesto, Tin Tán y una larga, pero larga lista de memorables como marcadas canciones, registradas en el inconsciente colectivo mexicano, ad hoc para los tiempos que corren en el Día de Muertos en Metepec.

Parto a mi labor cotidiana, cantando de discreta manera, casi casi murmurándola, recitándola, platicándola a tu oído amore mío “Amar y vivir” de don Julio Jaramillo: “Si acaso me preguntan/ Diré que te quiero mucho todavía./ Se vive solamente una vez/ Hay que aprender a querer y a vivir,/ Hay que saber que la vida se aleja/ Y nos deja LLORANDO QUIMERAS…”.

¡Gracias por tan grato recibimiento mis Fieles Difuntos, otrora vecinos!

¡Gracias por los rituales propios de la cosmogonía ancestral!

¡Bienvenido el ecléctico sincretismo del Fandango de los Muertos, al Mitote del Mictlán!

Su #ServibaryAmigo #DandyperoPunk #ElCinicoMayor Félix Morriña, les recuerda: ¡nos buscamos, nos vemos, nos escuchamos, nos entendemos!

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