Nacional

México y las crisis de AMLO II

Marco A. Oviedo

En la pasada entrega a este semanario, comentamos que más allá de los cinco momentos críticos que el presidente Andrés Manuel expresó, hay otras crisis estructurales que están emergiendo a partir de la decisión política de promover una 4T que le dé una nueva faz a nuestro país.

En esa secuencia, la quinta crisis que enfrenta AMLO es, la de su relación bilateral con los Estados Unidos. Por mucho que el presidente hable de una buena relación con el mandatario estadunidense, hay varios diferendos: el primero tiene que ver con el tratado de libre comercio, el cual cada día está más lejano de ser formalizado y que causa escozor en el gobierno mexicano, aun cuando si no se firma, seguirán prevaleciendo las mismas condiciones del anterior tratado, lo cual es benéfico para México. El segundo es el tema de los inmigrantes, y que sin sonrojo alguno, el gobierno mexicano ha desplegado 27 mil efectivos de la Guardia Nacional para reducir, a toda costa, la inmigración hacia el país del norte. El tercero es el asunto del crimen organizado, tema en el que el propio AMLO y su carnal Marcelo han polarizado políticamente, al grado de afectar a la familia LeBarón, por una bravuconada de Donald Trump de clasificar a los cárteles mexicanos como terroristas. El cuarto es el respaldo del gobierno de AMLO a Evo Morales y soterradamente a Nicolás Maduro, lo cual si bien el presidente americano lo toma de manera frívola, es un tema latente, y que sin razón alguna, también han polarizado AMLO y su carnal Marcelo.

La sexta crisis por venir, es a nivel república y no es un asunto menor. La distribución del presupuesto 2020 aprobado por la Cámara de Diputados afectará seriamente a los estados y municipios, principalmente, se dice, a los estados que no están gobernados actualmente por Morena. Si el presidente cuenta con los operadores políticos capaces para enfrentar a los gobernadores y presidentes municipales y negociar con ellos, lo cual dudo, la cosa no pasará a mayores, políticamente hablando, pero la población en su conjunto empezará a verse afectada por la falta de servicios básicos. Esta reducción presupuestal tal vez provocará que los gobiernos roben menos y sean más eficientes, pero mientras eso pase, los paganos serán los ciudadanos y no habrá programa social de AMLO que minimice el descontento. Si esta crisis se consolida, estaremos oyendo voces que propongan un nuevo federalismo.

La séptima crisis será la de verdaderamente acabar con la corrupción. Miente el presidente cuando dice que ya no hay corrupción. La propia Irma Eréndira Sandoval, secretaria de la Función Pública declaró el pasado 23 de septiembre que las denuncias por corrupción se han incrementado en 40% en el actual gobierno, con respecto al 2018. De los 32 “superdelegados” nombrados por AMLO, por lo menos 10 están siendo investigados por actos de corrupción, según datos de la SPF. En diversas dependencias de gobierno los nuevos funcionarios del presidente siguen pidiendo el clásico “diezmo”. Es decir, una de las principales banderas en contra de los corruptos conservadores y de los moralmente derrotados neoliberales, se verá seriamente afectada cuando la prensa “fifí” arme un grueso expediente de actos de corrupción en la 4T.

La octava crisis vendrá de fuera, cuando organismos internacionales (porque el Coneval está en manos de AMLO) hagan un análisis de los niveles de pobreza en México. Entonces los “datos” del presidente se verán confrontados y se sabrá medianamente si los programas asistenciales (algunos maliciosos dicen que electoreros), verdaderamente están impactando en los sectores pobres y más desprotegidos de nuestro país. Es cierto y tiene la razón el presidente Andrés Manuel, hoy se están destinando mucho más recursos a los pobres, como nuca se había hecho; el asunto es si esos recursos están contribuyendo a reducir la pobreza en México. 

La novena crisis que se observa es la de los medios de comunicación. No se puede atacar la crítica bien habida y meterla en el mismo costal con el periodismo chayotero. La frase lapidaria de “muerden la mano a quien les quitó el bozal” es una ofensa extrema para quienes de manera profesional difieren de sus ocurrencias, mas no de sus propósitos de gobierno. No es papel ni responsabilidad del presidente en turno el pretender moralizar a los medios de comunicación, porque la libre expresión y el periodismo libre tienen que ver hoy en día con decisiones individuales de quienes lo ejercen. Mucho menos se puede adoptar posturas críticas en una conferencia diaria en la cual en sus primeras filas están cubiertas por seudoperiodistas a modo. 

La décima crisis será de credibilidad. Cada día hay menos mexicanos que cree en el presidente Andrés Manuel. Y esta falta de credibilidad se la ha ganado a pulso el presidente. Miente, dice verdades a medias, se hace el loco, se burla, reta cínicamente a sus adversarios, desprecia la inteligencia del pueblo sabio. Tal vez las mañaneras ya han llegado a su fin, ojalá haya algún valiente que se lo diga, y se ponga a gobernar con seriedad y responsabilidad.

Después de todo en este escenario poco halagüeño, hay áreas en donde no habrá crisis. Si desaparece el INE no habrá crisis, porque este organismo nunca contribuyó a mejorar verdaderamente el actuar democrático de los partidos políticos, del gobierno, de los empresarios y de los delincuentes que se hicieron de puestos de elección popular. Los partidos y los funcionarios de gobierno han seguido haciendo lo que se les da su gana: compran votos, engañan a la gente, se roban el dinero del pueblo, medran con la necesidad de la población, por decir lo menos. Los únicos afectados serán los funcionarios y consejeros del INE que cobran carretadas de dinero, por eso interpusieron controversias para no ver afectadas sus finanzas.

Tampoco habrá crisis en los demás órganos autónomos, los cuales bien podrían funcionar como oficinas, departamentos o unidades especializadas en su materia, sin la necesidad de contar con lujosas oficinas, elevadores exclusivos, chefs particulares, choferes, consejeros eruditos, asesores y exorbitantes sueldos. Sólo se necesita consensuar reformas o apretar tuercas con los partidos todavía dispuestos a negociar. 

Seguramente, durante el próximo año de gobierno de AMLO aparecerán otras crisis estructurales y ojalá nuestro presidente logre abrir su conciencia para calificar lo bien realizado y cambiar lo mal hecho. Pero que sobre todo, empiece a ubicarse en el México de este siglo y su relación con el mundo. Y no estoy diciendo que nos olvidemos de nuestro pasado histórico. Para las generaciones que votarán en el 2021, Juárez, Morelos, Madero, Zapata, son simplemente una referencia en su clase de historia. Eso lo sabe bien AMLO, por ello su campaña electoral de casi 18 años se basó en generar un movimiento para acabar con la corrupción y la impunidad, en magnificar los yerros de los gobiernos anteriores y en sembrar la discordia entre buenos y malos. Ojalá el próximo año escuchemos a nuestro presidente llamar a la unidad nacional para desterrar la herencia maldita de más de 70 años de malos gobiernos, y entonces sí, empezar a transformarnos como nación.

marcoov57@yahoo.com.mx